June 08, 2010

Alimento





Él llegaba envuelto en los aromas de pan recién hornado que compraba al amanecer en el horno de leña del Vicolo del Precipizio, y détras del muro se arrancaban a pedazos el alma mientras se daban de comer trozos de pan humedecido en ólio virgen, lamiéndose los dedos uno a uno, oliendo aquella tierna masa que simbolizava vida, apurando las gotas resbaladas, las migajas de aquellos segundos tan amados. De su cesta ella sacaba la tortilla que cada mañana preparaba para ese desayuno sagrado y la rompían a mordiscos, chupando su jugosa ternura. Fresas, mieles, chocolates, almendras, cada alimento era bendecido de placer en sus labios. Se olían, se abrazaban, se saboreaban reconociéndose. Sus pieles muertas renacían con sus miradas.

Se herían de placer, clavando sus lenguas hasta lastimarse de amor las entrañas.

Ángela Becerra in Ella que tudo lo tuvo